¿Alguna vez han jugado un rally? Esta fue mi primera vez. La invitación me llegó por sorpresa. Mi hermana salió sorteada para participar y debía formar un equipo de 4 personas. Casualmente, cuatro es el número de hermanos que nosotros somos. ¡Listo! No más búsqueda de integrantes. Nombrar al equipo fue resultado de la presión causada por la fecha límite de envío y por la escasez de ideas que se nos ocurrían (y que debían estar relacionadas con el Discovery Channel, organizador del rally). “Los Planetarios”… total, ¿qué importaba el nombre? ¡Estábamos dentro y con ganas de participar!
El día del rally llegamos dudosos, inciertos. Muy lejos de nuestra casa, en un lugar que no conocíamos y con la Guía Roji 2007 en mano, a falta claro de un moderno GPS. Veinte equipos en total. Nos agarró el pánico escénico, sobre todo cuando descubrimos la personalidad extrovertida y la tecnología de punta con los que la mayoría de los participantes contaban. “La actitud también cuenta” dijo el hombrecito que dirigía las actividades. Y al unísono los equipos gritaron, brincaron, ovacionaron. Nosotros, muy seriecitos, sin brincos ni escándalos. ¿Qué tiene? La alegría y la emoción también se llevan por dentro.
Empezó el rally. Nosotros avanzábamos con la incredulidad de ganar un premio y a la vez con el orgullo a flor de piel que nos empujaba a evitar a toda costa quedar en último lugar. No sólo se requería fuerza física para cumplir con cada uno de los desafíos en diferentes puntos de la ciudad, sino también una robusta torre de control tras bambalinas que nos ayudara a responder las preguntas difíciles y a proporcionarnos las mejores rutas para viajar de un punto a otro.
Después de cumplir cada reto y en el trayecto a la siguiente parada, nos consolábamos en el coche “no vamos tan mal, no vamos tan mal” nos repetíamos unos a otros. Después de pasar por diferentes puntos de la ciudad, desde el Parque México, el lago de Chapultepec, la Plaza de Toros, el Estadio Azteca, el Museo Sumaya y varios más, llegamos al final del rally. Cansados, sí. Felices, también.
Después de cumplir cada reto y en el trayecto a la siguiente parada, nos consolábamos en el coche “no vamos tan mal, no vamos tan mal” nos repetíamos unos a otros. Después de pasar por diferentes puntos de la ciudad, desde el Parque México, el lago de Chapultepec, la Plaza de Toros, el Estadio Azteca, el Museo Sumaya y varios más, llegamos al final del rally. Cansados, sí. Felices, también.
Llegó la hora de la premiación. El tercer lugar es para “Los Compas” y el segundo lugar para “Hecho en México”- anunció el hombrecito que dirigía la ceremonia. Para este momento, la desilusión nos invadía, porque a lo mucho esperábamos el tercer lugar. “Ni modo, no ganamos nada” – pensé. El hombrecito interrumpió mis pensamientos “Y el primer lugar es para… ¡LOS PLANETARIOS!” ¿Los Planetarios? ¿Ganamos? ¡Ganamos! La incredulidad le abrió paso a la sorpresa, la alegría y la euforia. Eso sí, conservando la compostura, como siempre.
¿Y yo? No sólo gané una módica cantidad en efectivo, también aprendí lo bien que puedo trabajar en equipo con mi familia y lo mucho que disfrutamos pasar tiempo juntos esforzándonos por un objetivo común.