marzo 10, 2010

Soy gay.

Que si es natural, que si es una desviación. Lo cierto es que la homosexualidad es un tema de actualidad que causa enorme controversia. En una sociedad tradicionalista y de mente cerrada como la mexicana, es impresionante lo que este tema puede hacer. Basta con que los medios mencionen algo relacionado con “los gays” para que inmediatamente surjan todo tipo de respuestas, desde artículos en la red y comentarios de personas famosas, programas en la TV o hasta marchas.

El tema de la homosexualidad está en boga, debido a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y también a que recientemente en México, se está legislando en esta materia para aprobar la adopción de niños por parejas del mismo sexo.

La sociedad está claramente polarizada. Hay personas que están a favor porque consideran el matrimonio y la adopción como derechos fundamentales del ser humano, independientemente de sus preferencias sexuales.

Y por otro lado, hay personas a las que les parece que permitir la adopción y matrimonio entre parejas homosexuales es una aberración contra la naturaleza humana. Este grupo sostiene que el fin último del matrimonio es procrear y perpetuar la especie. Que si se permite que los homosexuales adopten niños, éstos crecerán siendo homosexuales porque es el ejemplo que reciben de sus padres/madres. Que no es un bueno permitir que la homosexualidad se vea como algo “normal”. Y con respecto a estas “justificaciones”, debo admitir que soy la más grande opositora. Ahora les explico el por qué, pero vamos paso por paso:

1) Que el fin último del matrimonio es procrear y perpetuar la especie. Si el fin último del matrimonio fuera sólo procrear y perpetuar la especie, entonces las parejas que deciden no tener hijos, también estarían atentando contra el matrimonio. ¿O no? Según mi humilde entender, las personas se casan porque se aman y desean estar juntas. Un matrimonio se origina por amor y no por el afán de procrear. El tener hijos es una consecuencia del amor de dos personas que comparten algo más que la cama. Y entonces, si dos personas se aman y desean estar juntas y compartir “en las buenas y en las malas”, el sexo de las personas sale sobrando

2) Que si se permite que los homosexuales adopten niños, éstos serán homosexuales. Qué mentira más grande. Si esto fuera cierto, los hijos serían la copia exacta de lo que son sus padres. Y eso haría que los hijos de los alcohólicos, drogadictos, violadores, golpeadores, exitosos empresarios o excelentes deportistas fueran exactamente lo mismo que sus padres. Sin elección, sin escapatoria, sin lugar a dudas. Al menos a mí, me suena tonto cuando lo veo de esa manera. Porque conozco hijos de padres golpeadores que jamás le han puesto un dedo encima a nadie. Y conozco también hijos de exitosos empresarios que son unas lacras sociales. El ser humano nace con la capacidad de elegir. Y el ejemplo de los padres influye, pero no arrastra.

En muchos casos, la determinación de las preferencias sexuales se le atribuye a la educación que han recibido las personas. Que si en casa o en la escuela se les enseñó esto o aquello. Otras veces, se le atribuye a la religión que profesan. En mi opinión, no tiene que ver ni con una ni con otra. Tal vez influye, pero incluso dentro de la misma familia, educada bajo los mismos criterios, preceptos y religión, los miembros pueden tener preferencias sexuales diferentes. Porque las personas homosexuales, provienen de personas heterosexuales. Así es que las preferencias sexuales, al menos para mí, no son algo que se enseñe ni que se herede. Simplemente, es como la inteligencia. Hay personas inteligentes y otras… no tanto

3) Que no es un bueno permitir que la homosexualidad se vea como algo “normal”. Primero habría que definir “normal”. Porque lo que es normal para mí, puede no serlo normal para alguien más. La “normalidad” depende de la cultura en la que se vive, de lo que sucede de manera cotidiana en nuestras vidas. En México, es normal que por el tráfico, el tiempo que lleva trasladarse del hogar al trabajo sea de aproximadamente 1.5 horas diarias. En ciertos lugares de Europa, si te toma más de 45 minutos en llegar a tu trabajo, estás loco y deberías considerar mudarte más cerca. Otro ejemplo. Para las culturas occidentales, lo normal es que el concepto de belleza de una mujer esté ligado a un cuerpo esbelto, busto mediano-grande, pompas y ojos grandes, dientes derechos, sonrisa amplica, labios carnosos, nariz respingada, cabello sedoso. En África, los senos caídos y la nariz ancha son sinónimos de belleza. Y para los árabes, una mujer delgada es sinónimo de un marido que no la alimenta bien. En cambio, las mujeres robustas (rellenitas, pues) son un orgullo para sus maridos, que demuestran con el cuerpo de sus mujeres que sí saben “mantenerlas bien alimentadas” (además de que una mujer de caderas anchas, siempre es preferida a una de caderas estrechas, ya que son mejores a la hora de parir). Entonces, ¿qué es normal? Depende de cuáles sean tus hábitos.

Y por si a estas alturas del post se lo preguntaban, no. No soy gay. Como ustedes saben, soy una persona que ama profundamente la libertad. De ser, de hacer, de crecer, de pensar, de decir. La libertad en toda su expresión. Como me gusta decir siempre “cada quien sus gustos y sus perversiones”.

Mi amor por la libertad sumado a mi afán justiciero, me hacen una ferviente simpatizante de las personas homosexuales. Primero, porque creo que las personas son libres de decidir a quién amar, siendo el sexo lo menos importante. Y segundo, porque me provoca un gran enojo la discriminación de la que son objeto los homosexuales. Y me sale lo defensora y lo justiciera.

Como bien dijo Benito Juárez, cada quien es libre de hacer de su vida un papalote, siempre y cuando no afecte los derechos de otras personas.

Dicen que la esclavitud es cosa del siglo pasado. Pero aún vivimos esclavos de la intolerancia, de la injusticia, de los prejuicios, de información que se difunde sin responsabilidad en los medios de comunicación (e.g. Esteban Arce).

Se supone que en el siglo 21, vivimos en la era de la libertad. Y ustedes, ¿cómo ven? ¿Vivimos realmente libres?

marzo 03, 2010

Mudanzas

No me gusta Lupe D’Alessio. Nunca me ha caído bien y sus canciones me parecen casi siempre, de mujer ardida más que de feminista liberada. Pero estos días he recordado la canción Mudanzas, más por el título que por la letra.

Acabo de cambiarme a mi nuevo hogar y nunca antes me había mudado de casa. Bueno, mis papás se mudaron de departamento cuando yo tenía 1 año y después nos cambiamos a la casa donde viví por 23 años cuando yo tenía sólo 3. Así es que prácticamente, no me acuerdo de nada.

Las mudanzas, para una persona histérica y controladora como yo, pueden resultar una experiencia altamente frustrante. Y si a eso le sumamos que soy una persona con mala suerte por naturaleza, la mudanza podría resultar caótica. ¿Les cuento cómo?

La entrega final
Todo empezó cuando programamos la entrega de nuestro departamento. Una semana antes de la fecha acordada, mi marido y yo revisamos el departamento y entregamos una lista de detalles que supuestamente las personas de la inmobiliaria ya tenían en sus listas de pendientes. Nosotros les dijimos que era “para estar seguros” que el día de la entrega todo estuviera perfecto. Y como era de esperarse, el día que nos entregaron en vez de los “5 detalles máximo” que según las personas de la inmobiliaria tendrían que arreglar, tuvimos una lista de 10. Cuando les mencioné por teléfono que Lou y yo íbamos a revisar el departamento con lupa, no estaba bromeando. Revisamos cada rincón, escudriñamos cada acabado. Y así fue saliendo detalle tras detalle. Desde una puerta abollada hasta el piso laminado con hendiduras en ambos cuartos. Fatales los de la inmobiliaria.

Nuestro refrigerador y lavasecadora, los compramos con 7 meses de anticipación. Obviamente, los del almacén ya no querían guardarlos ni un segundo más y tuvimos que recibirlos en el departamento antes de la entrega. Así es que al menos , esa parte estaba lista.

A-la-sala
La sala también las pagamos con 7 meses de anticipación, pero con ellos hubo tropezones varios. Primero, en noviembre me llamaron para decirme que mi sala estaba lista. Pero, ¿cómo va a estar lista si yo la pedí para entregar en Enero? Le dije al señor vendedor. Total, les regresé su sala, que además no era la que yo había pedido. Y quedamos en que yo les confirmaba mi fecha de entrega. En enero, les confirmé que la quería para los primeros días de febrero y justo un día antes de la fecha pactada, me llamaron para decir que no la habían terminado. Bueno, al fin que yo me cambiaba hasta mediados de febrero. Una semana después, llamaron para decirme que aún no estaba lista, que la entregarían una semana después. Hice un poco de coraje, pero quedaron muy formales con la entrega para una semana después. Y ahí estábamos Lou y yo, después de recibir nuestro departamento, esperando la puntual llegada de la sala a las 6 de la tarde. Pero no llegaron. En cambio, me llamaron para decirme (una vez más) que mi sala todavía no la terminaban y que la entregarían al día siguiente. Casi los mato. Alcé la voz, los llamé irresponsables, empresa poco seria, impuntuales y todos los adjetivos insultantes pero políticamente correctos que se me vinieron a la cabeza.

Al día siguiente, llegaron tarde, pero llegaron. Sin embargo, la mesa del centro no era la que yo había pedido. Así es que va de vuelta. Después de platicarlo con mi marido y evaluar nuestras opciones y posibles contratiempos al regresarla, decidimos quedarnos con la que nos habían enviado. Total, se parecía al mueble de la T.V.

Donde comes, guardas, duermes
El comedor, trinchador y recámara estaban en casa de mis suegros. Así es que programé una mudanza para que se llevaran los muebles más pesados. Primero, sólo tenían que llevarse el colchón King size (bajarlo del primer piso a la planta baja) y el trinchador (bajarlo del primer piso y medio a la planta baja). Y volar el colchón al departamento (en un tercer piso). Después descubrimos que el colchón cabía en el elevador. Así es que les cambié la volada del colchón por llevarse la mesa desarmada del comedor. Precio, hora y lugar acordados. Genial. El día de la mudanza, una hora antes de lo acordado, me llamaron para preguntar si Interlomas quedaba por Satélite. Oh-por-Dios. Mi marido les dio indicaciones de cómo llegar y después los “mudanceros” empezaron a discutir el precio. Que si los muebles eran pesados, que si se habían confundido de piso, que no sabían que había que bajarlos y blablabla. Después de mucho discutir, quedamos en pagarles 250 pesos extras. ¡Y ni uno más! Finalmente, desquitaron el dinerito extra, porque al llegar al departamento, su camioneta no pasaba por la entrada y tuvieron que cargar los muebles hasta el sótano uno. Touché. Eso les pasa por encajosos.

Sin te-ve no hay paraíso
Contratamos cable, teléfono e internet con mucha anticipación a nuestra entrega para evitar en lo posible los días de espera sin estos servicios. Y de acuerdo a nuestra planeación, sólo pasaríamos una semana sin ellos.

Llegó el día y los instaladores de Cablevisión asistieron puntuales a la cita. La mala noticia es que después de buscar por una hora “la guía” que llegara a “la vertical” (en palabras humanas, el tubito por el que pueden meter su cable y que llega a la conexión principal del edificio) tuvimos que llamar al arquitecto encargado. Este señor, trajo los planos de todas las conexiones del departamento, sólo para descubrir que efectivamente, no habían cableado mi departamento. Muy apenado conmigo (después de escucharme reclamarle todo lo que pude) el Arquitecto se comprometió a hacer todo el lunes a primera hora para que ese mismo día quedara listo. La mala noticia es que cablevisión nos reagendó hasta 8 días después. Genial, una semana más sin servicios de telefonía, red o televisión de paga.

Y aparte de las tres amargas experiencias pasadas, siempre hay al menos 5 cosas más que pueden salir (y que nos salieron) mal en una mudanza:

1) Que el elevador de carga desaparezca misteriosamente y tengas que subir a buscarlo piso por piso

2) Que cuando al fin encontraste el elevador de servicio, se vaya la luz justo cuando están intentando subir el colchón

3) Que llamen a las 11 para confirmar la entrega de las 11. O a las 6 para cancelar la entrega de las 6

4) Que la chapa de seguridad super fancy que compraste no sirva para tu puerta

5) Que al menos 5 personas te pidan el único artículo que no has comprado: una escoba

Por eso en este asunto de mudanzas yo recomiendo dos cucharaditas de Passiflorine, tres veces al día. Y si todavía tienen, un chorrito de paciencia.